Mira.

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El email de hoy es duro.

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A pesar de lo que puedas ver en Instagram y en los miles de posts que nos venden una vida perfecta… no es así.

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La realidad es otra, muy distinta.
De hecho, en muchas ocasiones, puede ser una mierda.

Porque justo cuando más a gusto estás, va y se te planta la vida por montera.

Y en esos momentos, no sabes si vas o vienes.
Días en los que no puedes pensar en mañana.
Ni siquiera en esta noche.

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Solo en el siguiente minuto.

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Entonces, en esos momentos tan chungos, lo que menos te apetece es ponerte a coser.
A calentarte la cabeza.

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Pero déjame decirte algo.

Y puede que te ponga la cabeza del revés:

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Es en los momentos más oscuros de tu vida cuando más necesitas coser.

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Sí.

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Así es.

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Cuando menos te apetece coser, es cuando más lo necesitas.

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No para arreglarlo todo.
No para darte respuestas.
No para pensar que todo lo de alrededor se volverá rosa con la última puntada.

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No.

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Para que, en medio de tanta oscuridad, haya algo que te saque media sonrisa cuando algo —aunque sea mínimo— sale bien.
Para mantenerte cuerda.
Para no pensar en la situación más de lo que debes.

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Necesitas la costura para sostenerte.
Para que el hilo te ate a ti.
No al resultado. A ti.
A lo que eres.
A lo que necesitas.
A lo que puedes hacer hoy.

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Y si hoy solo puedes respirar… que sea mientras coses.
Si solo puedes mirar a un minuto vista… que sea al siguiente punto.
Uno.
Y otro.
Y otro.

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Por eso hay proyectos que no están pensados para brillar.
Ni para presumir.
Ni para exhibir en Instagram.

Están pensados para sostenerte.
Para que no pienses.
Para que solo hagas.

Como El Jardín del Olvido.

Un proyecto que no exige.
Que no empuja.
Que no demanda nada más que una cosa: que sigas.

Con piezas que no tienes que cortar.
Con formas que encajan solas.
Con reglas que te dan la estructura que a veces tú no puedes darte.

Porque a veces, no necesitas empezar algo espectacular.
Solo necesitas no parar del todo.

Si hoy es uno de esos días…
Hazte un favor.

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Y deja que las manos hagan el trabajo que la cabeza no puede.

PD: No hace falta que te sientas bien para empezar. Solo hace falta que empieces. Un punto. Una pieza. Y ya.

PD2: Si no es para ti, guárdalo para cuando lo sea. O para regalárselo a alguien que lo necesite más que tú. A algo que sí puedas controlar.